El pésimo nivel de juego y los errores arbitrales condujeron a River a una nueva derrota en el Nuevo Gasómetro, la tercera en cinco fechas.
El equipo de Ramón Díaz fue al Bajo Flores con el mismo planteo austero que había implementado en el partido de ida por la Sudamericana, pero esta vez lejos estuvo de obtener un resultado favorable y no tuvo las herramientas ni la inteligencia para torcer el marcador.
El Millonario sigue evidenciando un alarmante nivel individual y grupal, con jugadores sin temple y sistemas sin funcionamiento. No existe circulación de pelota, no hay un plan de juego para lanzarse al ataque y el rendimiento de algunos jugadores es bajísimo.
El partido transcurrió con un San Lorenzo que se mostró como claro dominador y con la iniciativa de salir a ganar. River, por otro lado, lució demasiado mezquino y no arriesgó en ningún momento en busca de más. Con una defensa que sigue cometiendo errores infantiles y donde, por momentos, Balanta debe hacerse dueño de toda la zona para solucionar errores de sus compañeros. Ponzio no se siente cómodo como 4 y aún no se acostumbra a jugar contra la raya, mientras que Vangioni se ve demasiado contenido como 3 y no puede explotar su gran potencial en ataque. Maidana sigue mostrándose tosco y lento en más de una oportunidad.
En la mitad de la cancha Ledesma maneja los hilos del equipo pero por momentos abusa del toqueteo de pelota, lo que produce que cuando él juega mal, todo River lo haga. Kranevitter sigue mostrando claridad y buenas intenciones, pero hay veces en que su falta de experiencia y el poco acompañamiento lo terminan perjudicando. Rojas no gravitó y sólo molestó a Vangioni las veces que este quiso proyectarse hacia adelante.
El tridente ofensivo sigue sin asustar a nadie. Fabbro sigue sin tomar las riendas del equipo como su puesto de enganche lo demanda. Se muestra muy frío y lento, tomando malas decisiones o desapareciendo durante la mayor parte del partido. Teo y Mora muestran una evidente falta de ritmo futbolístico que sólo se irá aceitando con el pasar de las fechas y conociéndose mejor dentro de la cancha. Sin embargo, poco y nada pueden hacer los delanteros cuando no les llega una sola pelota de gol en 90 minutos.
El héroe de este equipo sigue siendo Marcelo Barovero. El único motivo por el cual las derrotas de River no son aún más bochornosas. Pero de nada sirve que un arquero ataje todas si no tiene un equipo que colabore con su tarea. Él único protagonista que siempre está a la altura de las circunstancias.
Justamente fue Trapito el protagonista de la polémica de la noche. Luego de que el árbitro Herrera sancionara un penal -que no fue- de Vangioni sobre Verón, el arquero millonario detuvo el tiro penal de Buffarini. Pero la locura llegó cuando el árbitro, a instancias del juez de línea, cobró adelantamiento de Barovero e indicó que el penal debía repetirse. La segunda vez fue gol. El enojo de cuerpo técnico, jugadores e hinchas no sólo se debe a este adelantamiento inexistente - Barovero tiene ambos pies en la línea en el momento en que Buffarini impacta el balón- sino que se suma a los fallos en contra que el conjunto de Núñez viene recibiendo desde que arrancó el campeonato: otro penal que no fue contra Gimnasia y una mano muy evidente que no fue cobrada en el área de Colón.
Pero ilógico sería excusarse con los evidentes errores arbitrales que nos tienen a maltraer. Hay una realidad más que concreta: River juega mal y deberá trabajar muchísimo para revertir esta pálida imagen que lo ha llevado a cosechar tan solo 4 puntos y dos goles - el peor arranque de la historia en torneos cortos- en las cinco fechas que se llevan disputadas. Más aún, deberá cambiar rápidamente el chip para hacer valer la localía en el partido de vuelta por la Sudamericana y conseguir el pasaje a la próxima instancia del torneo. El mundo River espera otra cosa de estos jugadores y este cuerpo técnico, algo que, hasta ahora, no estuvieron ni cerca de lograr. El jueves tienen la posibilidad latente de comenzar a reivindicarse con su gente...
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