Los
hinchas esperaban este partido desde que se sorteó el fixture del Torneo
Inicial 2013 y lo demostraron en el estadio. A pesar de lo costoso que fue el
canje para los socios – estuvieron horas frente a la computadora para lograr
conseguir su ticket – y lo caras que estaban para los no socios, las entradas
se agotaron rápidamente.
La
ilusión se renueva cada partido y el triunfo ante Lanús con un buen primer
tiempo y aceptable segundo invitaba a soñar. River debia demostrase a si mismo
que podía meterse verdaderamente en la pelea, que puede jugar con la presión y
hacerse fuerte en las difíciles.
Era
raro no ver gente visitante, ese duelo de hinchadas forma parte un folclore que
hace más atractivo al espectáculo. Sin
embargo, la gente de River aprovechó la ausencia del los simpatizantes de boca
y se llenó el estadio en su totalidad – sin tener en cuenta el codo de la
centenario que estaba inhabilitado- , no entraba un alfiler.
Faltaba
un poco más de media hora para que se dé el puntapié inicial del partido más
esperado del semestre. Los arqueros salen a calentar, para Orión fueron todos
silbidos, para Barovero todos aplausos y de las tribunas bajó el conoció: “para
trapito la selección”.
El
reloj marca las 18hs, los jugadores escuchan la charla de Ramón, las tribunas
se preparan para un nuevo recibimiento. Globos, papelitos, y el corazón en la
mano esperando que River aparezca en el verde césped. Ledesma encabeza la
salida, todos funden sus voces entonando “River, mi buen amigo, esta campaña
volveremo´ a estar contigo…”.
Andrada
y Teo se paran frente a la pelota. Delfino pita y comienza un nuevo
superclásico. Los primeros quince minutos fueron pura presión por parte del
millonario. Sin embargo, la primera jugada clara de gol estuvo en el pie zurdo
de Juan Sánchez Miño.
River
dominó el juego y pudo haber lastimado desde el arranque, pero no lo hizo:
sobre todo por impericia propia y un poco porque Orión estaba en su día. Boca
aprovechaba la contra y llegaba a fondo, Barovero salvó dos veces el arco en
una misma jugada.
Llegó
el minuto 22´ y el partido cambió. De una falta que no era tal, o que al menos
daba lugar a la duda llegó la pelota para Martínez, quién desbordó a Vangioni y
envió un centro rastrón que conectó Gigliotti anticipando a Maidana y terminó
dentro del arco que defiende Barovero. 0-1 y a llorar a la iglesia.
River
no estaba jugando mal, pero sus dos principales falencias quedaron en
evidencia. Lo que le cuesta convertir por un lado y lo fácil que meten goles.
Trapito hace lo que puede, tapa pelotas imposibles, pero la defensa pocas veces
lo acompaña.
El
medio campo no existía, Ledesma estaba muy sólo en la recuperación y a
Carbonero y Rojas parecía pesarle y mucho el partido. Teo bajó, las pidió
todas, tocó, jugó, asistió, pero nadie lo acompañó correctamente. Lanzini
comenzó con todo y se fue cayendo con el correr de los minutos. Andrada no
estaba en su tarde, trató, peleó, luchó pero no le salió nada, tuvo un cabezazo
que se fue por arriba del travesaño y una jugada que si terminaba en gol era
para un cuadrito.
Los
minutos pasaron y antes que terminara el primer tiempo se lesionó Maidana, en
un cruce le tiró el aductor. Balanta, aún si tener su mejor partido estaba por
todos lados. Mercado siguió demostrando que está en una franca levantada en su
nivel. Vangioni muy contenido por la presencia de Martínez, fue amonestado
rápidamente y no pesó en el partido durante la primera mitad.
Llegó
el complemento, cambio de lado, de las tribunas bajó más aliento: “señores, yo
soy del gallinero” se escuchó a más no poder. Por el alto parlante Enso anunció
que ingresó Ponzio en lugar del lesionado Maidana. Mercado pasó a jugar de
central, donde culminó un correcto encuentro.
La
primer jugada clara del segundo tiempo surgió tras un corner desde la derecha
que Balanta encontró la pelota y la bajó para que Ponzio rematase al arco, la
pelota al palo. Luego, una linda jugada que concluyó con un centro atrás y
Lanzini conectó bien pero se encontró con los guantes del arquero xeneixe. En
seguida el equipo de la rivera respondió con un derechazo al palo de Martínez,
la única que tuvo en los últimos 45 minutos.
A los
11’ Ramón dispuso la segunda variante, ingresó Mora en lugar de Andrada, quien
se retiró aplaudido. Por los antecedentes, la presencia del uruguayo en cancha
alimentaba la ilusión de que el gol llegara.
El
complemento entró en un bache donde no se producían llegadas para ninguno de
los dos. El riojano volvió a mover el banco y cómo último cambio entró Osmar
Ferreyra y salió Ariel Rojas. Nada
cambió en cuanto al juego, el millonario tenia la pelota pero no generó
peligro, hasta que en el minuto 38
Vangioni pudo soltarse, llegó al fondo y tiró un centro a la cabeza de Mora,
quién anticipó a su marcador y su cabezazo se estrelló en el palo izquierdo de
Orión. La pelota claramente no quiso entrar.
Todavía
quedaba una más para River, en la cabeza de Teo. Lamentablemente su cabezazo
encontró las manos del “1” xeneixe. Pitazo final de Delfino y la desilusión se
apoderó de todos los hinchas que coparon el estadio esperando que el equipo les
diera una alegría.
Hay
mucho que mejorar, es momento de hacer autocrítica, de mirar para adentro, de
laburar y seguir puliendo esa idea de juego que todavía no es clara. La derrota
duele y mucho. La banda venia de un triunfazo en el sur y volvió a tropezar con
la misma piedra de su irregularidad.
La
gente aún masticando bronca, siguió demostrando su amor incondicional. Estaba
todo dado para que fuera él día para los hinchas de River, sin embagro, los
jugadores volvieron a decepcionar. Otra vez hablaron mucho y demostraron poco.
Algunos parecieron no entender lo que se jugaban, lo importante que era ganar
este partido.
Cada hincha se retiró triste principalmente
por el resultado y también porque desde lo futbolístico no hubo nada positivo,
pero lo que sigue intacto es el orgullo de llevar la banda roja que cruza el
alma. “Soy de River, soy de River, yo soy”, con este himno que sale del corazón
se retiró todo el público del monumental.
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