(Foto: Federico Peretti para La Página Millonaria)
River perdió 2-1 como local ante Godoy Cruz y mostró su peor cara.
Al mal rendimiento general del equipo se sumaron las tristes actuaciones de Ponzio y Pezzella, los peores dentro de un River que demostró falencias por todos lados. El mediocampista ya no es ni la sombra de aquel 5 que era pedido para la Selección; perdió siempre, entregó el balón a los rivales, desperdició las pelotas paradas, no marcó, no distribuyó, abandonó a Kranevitter en la mitad de la cancha y expuso a Barovero en más de una ocasión. Por otro lado, el defensor tuvo una mala tarea como líbero, que se acentuó aún más cuando pasó a jugar de stopper por la derecha.
A tanta confusión dentro del campo de juego se sumó la falta de ideas desde la línea de cal. Con un banco mal armado y plagado de mediocampistas, se sumaron los mismos cambios de siempre que nunca brindan una solución. Quizás en más polémico de todos fue el enroque de Ledesma por Lanzini, demasiado conservador para las aspiraciones que La Banda debería tener de local. Un Ramón que quiso cuidar el puntito y terminó quedándose con las manos vacías.
La lesión de Mercado y la expulsión de Balanta también jugaron en contra. Las bajas obligaron a improvisar en un sistema que aún no se encuentra aceitado y confundió aún más a un River completamente perdido. El arbitraje también sumó a la catástrofe. La terna cometió groseros errores que perjudicaron a ambos equipos, los más notorios: la equivocada expulsión del defensor colombiano y un gol mal anulado para el conjunto mendocino.
Los mejores rendimientos en el equipo local fueron para el arquero Barovero (de no ser por él habría terminado en goleada) y para Carlos Carbonero, que mostró por lejos su mejor versión desde que llegó a Núñez. Desde lo táctico se puede decir que Godoy Cruz ganó el mediocampo poniendo a cinco hombres y que trabajó muy bien la pelota parada. Desde el lado de River, es difícil analizar el pésimo espectáculo que brindó el equipo. Volvió a ser ese River que se empata o se gana solo, que pierde los estribos del partido y peca de ingenuo.
Párrafo aparte para el idiota que arrojó un pedazo de madera que impactó en la espalda de Grimi, jugador del Tomba. No sólo se repudia la violencia y la acción que podría haber tenido peores consecuencias físicas, sino que por la estupidez de una persona seguramente pagaremos miles. El agresor será expulsado del club y tendrá derecho de admisión quizás para siempre. Pero el Monumental también será sancionado, y corre riesgos de tener que recibir a San Lorenzo a puertas cerradas.
No es una simple derrota, sino que dejará consecuencias para los próximos encuentros. El más preocupante: cómo armar la defensa para visitar a Colón en Santa Fe. Con Maidana y Mercado lesionados y Balanta expulsado, el fondo son puras dudas. Habrá que apostar a una línea de tres conformada por juveniles y otros que no vienen teniendo buenos rendimientos. Lo más lógico sería cambiar de sistema y apostar a una defensa de cuatro, pero cuesta creer que esto suceda.
En el Monumental se vivió una noche completamente negra. Sólo hay una cosa para rescatar: que Cavenaghi haya vuelto al gol y que demuestre una vez más su amor eterno por los colores.